El que haya sido curioso se habrá preguntado ¿de qué están hechos? Y si ha sido todavía más curioso se habrá preguntado ¿y por qué ositos? ¿por qué no gatitos o tortuguitas o elefantitos o patitos o…?
Su creador, el pastelero Hans Riegel —fundador de la empresa Haribo— quiso reproducir en dulce a los ositos danzarines que cada año llegaban con el circo a la ciudad: hizo un molde con su silueta y lo rellenó con una pasta gomosa que obtuvo mezclando la base del caramelo clásico —azúcar, jarabe de glucosa y agua— con un poco de gelatina. Además de acidulante, acido cítrico, extractos y colorantes de frutas y plantas y aceite vegetal.
Nacieron así los Gummibärchen, caramelo blando, versátil, flexible como una goma y con forma de osito danzarín que dio inicio en Bonn (Alemania) y en 1920, al fenómeno de las gominolas y chucherías que triunfaría en décadas posteriores y cuyo consumo se dispararía en los 90.